Uno de los temores que nos acompaña en nuestras primeras costuras es nada menos que el famoso nudo.
El nudo es como el sereno, el hoyo negro, la zona desconocida. Nadie quiere que se le haga el nudo en la máquina, pero ese temor es directamente proporcional a la probabilidad que se presente, enredando hilos, tela y provocando angustia en la persona que da sus primeras puntadas en la máquina de coser. Una vez que se hace el nudo hay que soltarlo con cuidado…mucho cuidado. Subimos el pie prensatela al igual que la aguja y eliminamos hilos sin halar y mucho menos la tela. Ya tenemos nudo, ¡no queremos acompañarlo de un hueco! Para nudos, costuras flojas o demasiado ajustadas y enredos sin nombre, lo primero es evitarlos.
¿Qué hacemos?
1. Respirar… Aprendemos cosiendo y todo va a estar bien. Tal vez no hoy o mañana. Pero un día, luego de mucha práctica, coseremos como expertos.
2. El manual. Leernos el manual antes de utilizar nuestra máquina nos ahorrará, sangre, sudor y lágrimas.
3. Revisamos que la máquina esté limpia arriba y abajo. Sin polvo o pelusa enredada.
4. Tensión del hilo. Los discos que tiene arriba, en el cabezote, alguno es la tensión del hilo superior. Hay que irla graduando hasta llegar al equilibrio con el hilo inferior. Eso en las manuales…las electrónicas, pues…vuelvo a la importancia de leernos el manual.
5. Revisamos que la bobina (carretel) y caja de bobina -hilo inferior- el de abajo estén bien. Nada de hilos flojos o enredados. Y que el hilo salga constante…no que se quede pegado.
6. La aguja… ¿Está despuntada?
7. Cambiamos de hilo y probamos con otro. Hay hilos que literalmente vuelven loca a la máquina. Mientras dominamos el asunto de las tensiones, podríamos simplemente cambiarlo.
8. Ya nos sabemos el manual de memoria. ¿Enhebramos bien la máquina? Una revisadita no está de más.
9. Es hora de llamar al mecánico de confianza. Forzar la máquina o sus piezas solo puede hacer el problema aún más grave.